Desde la entrada de las redes sociales hasta la actualidad hemos visto como muchas empresas del sector cultural como editoriales, teatros, bibliotecas, museos, centros de documentación…, etc se han lanzado en este mundo con un único objetivo: atraer a las nuevas generaciones. De esta forma, el salto al mundo online, donde los códigos tradicionales de comunicación han cambiado completamente y se han establecido aquellos códigos que las redes sociales dictan, puede ser complicado para las entidades con estilos de liderazgo más conservadores.

La cultura no puede dar la espalda a este fenómeno, ya que no queda otra cosa más que «adaptarse o morir », y aunque surjan algunos inconvenientes, podemos decir que las redes sociales enfocadas al sector cultural sí que sirven para crear, financiar, impulsar y dar futuro. Las estadísticas dicen que cada vez más pasamos gran parte de nuestro tiempo en las redes sociales.

La creación cultural, entonces, debe estar diseñada teniendo en cuenta esta nueva realidad, sabiendo que existe una cultura digital en la que confluyen para encontrarse con su público más activo. Hay que abrir la puerta a esta nueva cultura digital y al mismo tiempo aprovechar lo que puede aportar y el ahorro que puede suponer en todo lo que supone difusión. Hacerlo bien es tener precisión estratégica, tener los objetivos claros y tener una medida constante. Por lo tanto, la cultura ha de utilizar las redes sociales para consolidarse.